Podrán imaginarse la emoción tan grande que existe en mi ser, pero no cabe duda de que, en la vida, los acontecimientos llegan a través de muchos esfuerzos.
Los esfuerzos son de todos; hoy suplico a ustedes me disculpen por no nombrar personalidades. Las personalidades son todos los que, a través de 100 años, han estado presentes con su gotita diaria de cariño, dedicación, perseverancia y amor, en este Centenario.
Existe una persona que para mí significó todo, el maestro Cedillo Ortiz, quien cumple 90 años de vida. Fue él quien le dijo a mi padre y a mi tío Johny: "Arturo debe ser maestro". No tuve la oportunidad de estar en una universidad, pero me congratulo, como se lo he dicho a todas las autoridades educativas de este país, durante muchos años, de ser maestro normalista, maestro de la Normal Superior y maestro de México.
A todos, muchas gracias por ayudarme. Seguiremos luchando para que estos niños, para que estos jóvenes, todos mexicanos, sigan siendo lo que mi abuelo, lo que mi tío, lo que mi padre y también, el maestro Manuel Chávez (quien estuvo 38 años conmigo al lado), quería: niños honestos, honrados, veraces, niños que vivan realmente lo que es su niñez y su juventud, aunque les demos otro tipo de mundo los adultos; ellos tendrán, mientras entren por esa puerta y por las unidades del Colegio Williams, una labor diaria para que sean felices. Eso es lo que todos y cada uno de nosotros debemos tener: felicidad y procurarnos conseguirla a base de compartir lo que son nuestras diarias experiencias.
Muchas gracias autoridades educativas, padres de familia, por esa gran confianza que nos han tenido a través de los 100 años. Maestros que han estado durante cinco, seis, diez, un mes, dos meses y, sobre todo, niños, jóvenes y ex alumnos que nos han tenido esa confianza que debe regir el mundo. Este mundo será mejor cuando todos nos demos cuenta de que, lo más bonito en la vida, es compartir
¿Qué se siente tener cien años?
Al cumplir cien años, el tiempo se detiene con voces del pasado.
Camilo sólido, abre un salón de clase. Lleva la ética al entrar. Luisa abre la alacena para apilar los platos recién lavados de los internos. Sus hijas aprenden sus pasos.
Los maestros, entre los frenos y volantes de los REOS; entre el deporte, entre el inglés, siguen con niños.
Las horas, los minutos y los días avanzan hacia los sesentas. Mr. Charlie nos dice: "Arturo, Patricia, sólo sus hijos verán el siglo":
Finalmente llegó el momento...desde niña escuché decir a mi papá, que la ilusión de mi abuelo era que el Colegio llegara al siglo.
El destino ha sido muy claro para mí, día a día lo confirmo:
Yo nací para continuar la labor de mi familia, el Colegio es parte diaria de mi vida, es tema eterno de comidas y cenas, nunca sale de nuestra mente, es modus vivendi.
Es grande el compromiso... conmigo misma, con mis padres y con México.
Sin embargo, estoy tranquila, pues hay historia que nos respalda, historia de esfuerzo, entrega, dedicación y, sobre todo, de vocación.
Cien años son tan sólo ocho letras que se pronuncian en un segundo.
¿Se han puesto a pensar la maravilla que significa que algo dure un siglo?
Es increíble encontrarnos en el siglo XX, en el cual han surgido millones y millones de acontecimientos, que para mí, principalmente, van relacionados con la "Tecnología", es decir ha habido cambios de gobierno, de ideales, de fuerzas políticas, de poderes, guerras mundiales en las que se destruyeron ciudades completas y murieron miles de personas.
Hoy, el Colegio Williams está de fiesta. Es un orgullo para mí pertenecer a la familia Williams, que, a través de cuatro generaciones, ha mantenido una excelencia en la prestación del servicio que, en este caso, es la educación y, sobre todo, estar a la vanguardia en cada uno de los aspectos que a éste se refiere, sin importar las condiciones adversas del entorno que nos rodea.
Creo que cada una de las personas que tenemos relación, de alguna manera, con el colegio, debemos estar felices y agradecidos por tan relevante momento.
Gracias Colegio Williams por hacer de mí un hombre, útil, bueno y honrado.
Siento un gran orgullo de pertenecer a un colegio lleno de historia, el cual, a través de los años, ha sido base y ejemplo de la educación mexicana.
A nuestro querido Colegio Williams le debo parte de mi formación, tanto humana como académica, la cual me ha permitido crecer.
Hoy, tengo el privilegio de formar parte de él. Lo considero un gran reto, el cual me compromete a que cada vez mejore, crezca y siga conservando la firmeza y excelencia que hasta hoy lo ha caracterizado.
Es así como en colegio Williams festejamos 100 años de ser de los mejores colegios de México.
Más de 100 años formando parte de los mejores Colegios de México.
Cuatro generaciones de educadores Williams comprometidos con la Excelencia.
El jueves 7 de enero de 1999, amaneció de fiesta la Comunidad Williams. A pesar del frío, directivos, maestros, padres de familia y alumnos se dieron cita en las instalaciones de Mixcoac. A las 6 de la mañana, el maestro Arturo C. Williams Rivas entregó, a un grupo de estudiantes, el encendedor llegado -expresamente- desde la isla de Wight, con el que sería irradiada la Flama Centenaria.
Los mejores Colegios de México, tenemos la dicha de contar con más de 100 años que nos respalden.
Conoce el resto de la historia a través de la voz de la familia Williams.
Ser una comunidad que forma personas conscientes, comprometidas y pensantes, capaces de resolver con éxito, los retos del presente y futuro.
Que el haber sido formado como alumno Williams sea la mejor carta de presentación, ya que, a partir de los principios, valores y compromisos con la realidad adquiridos dentro de la institución, se le reconozca como un verdadero arquitecto y transformador del mundo.
Nuestro proyecto educativo se basa en siete principios.
El amor a la vida y a lo vivo. A mi persona como ser viviente y al medio ambiente, escenario que comparto con otros seres y del que todos dependemos para crecer y ser. En una sociedad como la actual, biofilia implica preferir y privilegiar lo vivo por encima de las cosas, para ser, en lugar de tener.
Capacidad de visualizar nuestras metas, ser capaces de promover nuestros propios procesos, el cuidado a nosotros mismos, a nuestro entorno y a aquellos que nos rodean. Autonomía significa propiciar y promover la autorregulación y autocontrol, así como diseñar y llevar a cabo nuestro propio aprendizaje sin depender de nadie. Esto implica encontrar nuestro propio camino como sociedad para convertirnos en la mejor versión que sólo nosotros podemos ser.
Capacidad de aceptar y cumplir normas y compromisos, asumiendo las consecuencias de las decisiones tomadas.